En el siglo XVIII ya se describían los baños de aguas de Puente Viesgo como "baños muy salutíferos de agua caliente sulfurosa para todo género de dolencias".

Sobre la misma fuente de la que manaba el agua se había edificado una casa de baños, que se llevó una riada en 1862. Para esta época ya se conoce la asistencia de enfermos reumáticos y paralíticos.

Hacia 1890 se realiza la reforma de ampliación enfocada al uso generalizado que esta terapia alcanza en su época. Posteriormente se modernizó y mejoró su fisonomía levantando la fachada principal con sus dos torres.

El auge del balneario va paralelo a la construcción del ferrocarril Santander-Ontaneda-Alceda, (lugares en donde también había balnearios de aguas termales, atrayendo un importante número de visitantes y determinando la futura vida y configuración de la villa hasta los años 70 en que desapareció la función tradicional para convertirse en negocio hostelero.

Hace varios años el balnario ha recuperado de nuevo función y ha alcanzado un alto nivel de atención e instalaciones.